miércoles, 15 de septiembre de 2010

Grito de Dolores


¡Viva México!

¡VIVA!

¡Por los 28 mil muertos en la guerra contra el narco!

¡VIVA!

¡Por los 49 niños y niñas muertos en sonora hace mas de un año, y cuyos responsables aún no han sido castigados!

¡VIVA!

¡Por los 72 migrantes asesinados en su paso por el país en busca de una mejor oportunidad de vida!

¡VIVA!

¡Por el jefe Diego que, aunque me caiga mal, lleva secuestrado más de 5 meses!

¡VIVA!

¡Por nuestros niños de primaria que ocupan el primer lugar en obesidad a nivel mundial!

¡VIVA!

¡Por la mediocridad de la selección nacional de futbol en el mundial!

¡VIVA!

¡Por nuestros militares que aprendieron a no discriminar cuando disparan!

¡VIVA!

¡Viva México!

¡VIVA!



Porque tal parece, que en tiempo como estos, es lo único que podemos hacer en un país donde vale más festejar por 200 años de una historia llena de mentiras que nos hagan sentir "patriotas", aunque nos digan que es mejor hacerlo desde casa, que pensar, reflexionar y auto criticarse para darse cuenta que los que nos sucede, pasa porque así lo hemos permitido...

...viva México...

 

sábado, 11 de septiembre de 2010

Una taza de café



“¿Qué hago aquí?” Es la pregunta que surge dentro de mi cabeza luego
de que pasaron 10 minutos desde la hora acordada, y aún la sigo esperando…

Se conocieron desde
hace diez años, cuando los dos comenzaban la prepa, se hicieron buenos amigos.
Ella tenía la particular característica de ser muy amistosa con sus amigos, y a
él en especial le tocaba recibir un abrazo cada tarde que se veían en la escuela,
pero no era un abrazo cualquiera, era un abrazo lleno de cariño, cálido, suave,
dulce… Esas sensaciones que eran tan ajenas para él, hicieron que confundiera
ese cariño con algo más, y un día, después de año y medio de conocerse, decidió
expresarle sus sentimientos con una cursi carta amorosa, pero la respuesta no
fue tan positiva, bajo el argumento de “no querer arruinar la amistad”, ella lo
rechazo, pero la amistad ya sabía arruinado, pues después de ese
acontecimiento, ella dejó de recibirlo todos los días con ese abrazo tan
especial…


Media hora después ella por fin salió, disculpándose por el
retraso. Entonces caminamos sin rumbo con la esperanza de encontrar un lugar
donde tomar una taza de café, mientras, le pregunté cómo había estado su día…

Al finalizar los 3
años reglamentarios de la prepa, ambos perdieron un amigo, irónicamente el
amigo muerto resultó se al que ella comenzó a acudir para platicar sobre
diversas cosas una vez después de que él paso a ser sólo un amigo más, esta
situación de alguna forma revivió la amistad, y ella volvió a ser la misma
amiga cariñosa de antes, pero el ciclo académico había concluido, al menos para
ella, y por tanto se dejaron de ver…


Después de caminar un rato encontramos un lugar que se veía
agradable. Entramos y nos sentamos en una mesa en un rincón, yo quería platicar
con las menores interrupciones posibles…

Pasaron los años, él
procuraba llamarle por teléfono de manera regular, pero una llamada  telefónica le demandaba mucha más
concentración que una conversación virtual, así que cuando las conversaciones
se tornaron monótonas, las llamadas disminuyeron considerablemente, una en su
cumpleaños y otra cerca del año nuevo, y en la segunda ella siempre respondería
“justamente estaba pensando en ti”…


Pedimos un café. Al principio, como de costumbre, escuché
todo lo que ella tenía que decir de su vida: el trabajo, su tesis, su familia, su
hija… Yo simplemente me limité en hacer comentarios sobre algunas cosas, y
cuando me tocó platicar, hable de lo de siempre, el trabajo y la escuela…

Después de algunos
años, una tardé le llegó una noticia, una amiga en común había sido invitada a
su fiesta de madre primeriza, y esa misma noche le llamó para confirmar el
hecho. Se enteró de que la llevaba más de seis meses, que sería niña, y que
ella había decidido prescindir del padre, esto último lo hizo admirarla, y la
determinación con la que había dicho ese comentario lo había sorprendido aún
más que la noticia del embarazo…


“¿Qué hago aquí?” Vuelve a preguntar mi conciencia, luego de
darle varias vueltas a temas viejos y repetidos. Finalmente llegamos al tema
que siempre resulta el más interesante, el de nuestras vidas amorosas. Ella no
comenta mucho, sólo de algunos chicos a los que ha conocido y le han gustando,
pero expresando su frustración al no tener el mismo “pegue” de antes, cuando
casi con la mirada podía convencerlos de que la invitaran a salir. Yo no tengo
mucho que decir, luego de mi última (y casi única) relación, he tenido
dificultades para definir qué es lo que busco en  una pareja, le platico de mis citas con otras
amigas, las que podría pretender, pero como al final siempre hay algo que me
frena…

Después de la noticia
del bebé, intenta concretar una salida con ella, pero la casualidad o el
destino lo impidieron, de pronto su niña ya había nacido, y entre la escuela,
el trabajo y la hija, poco tiempo le quedaba para salir, así que él sólo pudo
retomar la regularidad de las llamadas, pero en esta ocasión, ella lo volvió a
sorprender cuando por primera vez, en su cumpleaños, ella le llamó…


La conversación se torna un tanto más íntima, ella platica
de sus problemas existenciales por los que pasó cuando el último novio que
tuvo, luego de parecer tan perfecto, al final resultó ser uno más del montón.
Yo le doy mi punto de vista y le hago comparaciones con experiencias propias y
platicadas por otras personas, luego trato de guiar la conversación  para que salga al aire la pregunta “¿Sabes
por qué estoy aquí?”…

Un día, cuando llegaba
a su casa, la vio cuando iba saliendo el metro, la saludo, conversaron un
momento, y de pronto ya la estaba acompañando en su lista de tareas que tenía
que hacer en los juzgados de la zona. Pasaron a tomar un aperitivo  y actualizaron sus números de teléfono
(celular). Un par de semanas después se volvieron a encontrar por la misma
zona, aunque en ese momento llevaban más prisa que la vez anterior. Finalmente
un día ella lo saludó desde el mensajero instantáneo de internet, y desde
entonces comenzaron a platicar más, y a concretar distintas salidas para
charlar mientras se tomaban una taza de café…


“No  sé, ¿por qué estás
aquí?” pregunta ella. Yo, lanzo un suspiro y le respondo: “No lo sé, vengo
haciéndome esa pregunta desde hace varias semanas, desde la última vez que nos
vimos. Me pongo a pensar y no encuentro un motivo lógico, sí, se supone que
somos amigos pero, ¿cuántas veces me llamaste por teléfono durante los últimos
7 años?, sólo recuerdo una, esa vez de mi cumpleaños. ¿De qué cosas platicamos
cuando nos vemos?, a veces siento que me toca más escuchar algún chisme que
tienes de alguien que no estoy seguro de conocer, y realmente no me preguntas
detalles de mi vida, lo que te platico es más bien como comentario tratando de
comparar con algo sobre tu vida que yo pregunté. Este tipo de pláticas contigo,
las puedo tener con cualquier otra persona, pero sin embargo, aquí estoy, como
un buen ‘amigo’, deseando que no llegue el momento en el que nos tengamos que
despedir, buscando cualquier oportunidad para tomar tu mano o darte un abrazo,
comentándote que me gustaría conocer a tu niña, una idea que a veces siento me emociona
más de lo que debería; pensando en que me gustaría poder ayudarte en algo más
que solo venir a escucharte…”  Lanzo otro
suspiro y continuo: “Sólo hay una respuesta ‘lógica’ en la que puedo pensar, es
que aún siento algo por ti, más que sólo el cariño de un amigo, pero temo que
si te digo lo que siento, sucedara lo mismo que hace casi 10 años, y no
quisiera perder esto que tengo ahora, que tal vez no será todo lo que quiero,
pero me permite estar contigo de vez en cuando, de mirarte, de admírate…”

“Se hace tarde” dice
ella. Piden la cuenta y él se ofrece a invitarla, ella acepta. Salen y se van
hacia el metro, existe cierto aire de tensión, pero ninguno de los dos dice
nada. Cuando llegan a la estación, se despiden con el mismo abrazo cariñoso y
cálido, y un beso en la mejilla. Él la ve abordar el tren y después cruza del
otro lado para  regresar a casa, mientras,
una frase se queda en su cabeza: “la próxima vez se lo diré… la próxima vez…”.


 

jueves, 9 de septiembre de 2010

Siempre me he jactado de ser distinto...

Si me han leído, sabrán que he tenido conflictos personales respecto a mi trabajo. Principalmente porque no es un área común de la carrera que estoy terminando.
Como muchas cosas en mi vida, llegué allí por casualidades del destino, la oportunidad se presentó en un momento donde yo necesitaba un cambio en mi vida, y decidí que era mejor eso que nada, aunque eso significara deberle "otro favor" a mi padre.

Al principio era tranquilo, mi trabajo estaba limitado a buscar información en internet, algo para lo que me he vuelto particularmente ágil, si existe en formato digital, entonces puedo conseguirlo en la red. Pero como todo, al principio no sabía lo que hacía, sólo hacía lo que me pedían. Conforme el paso del tiempo fui aprendiendo de que se trababa el asunto, comencé a recopilar información, y me di cuenta que todo estaba hecho un relajo, documentos por aquí, archivos por allá, sin orden y con una clara muestra de que las personas que estuvieron en mi puesto antes, jamás se preocuparon por dejarles las cosas sencillas a los que les precederían, así que me decidí a romper con el egoísmo del trabajo y a comenzar a construir un orden que le dejara a los que me precedieran a seguir en la dirección adecuada, pero en ese entonces pensaba que no duraría mucho tiempo allí. Pasaron los meses, y de pronto me hallaba de vuelta a la época del servicio, trabajando con chicas, siendo más un apoyo moral y de mano de obra que el aspecto técnico de logística para la organización de un evento.

En ese evento comprendí que era lo que estaba haciendo, y entendí hacia donde tenía que ir.

Así pues, a partir de ese momento comenzaron a surgir muchas ideas, deje de hacer sólo lo que me pedían y comencé a aportar más de lo que se me ocurría, y todo comenzó a salir bien.

Pero algo aún estaba fuera de lugar...

Una frase me causó mucho ruido "sí, esta perfecto, pero eso mientras tu estés aquí..."

No era una frase dicha con la intención de despreciar mi participación, pero me hacía preguntarme "¿hasta cuando voy a estar aquí?"

La respuesta más inmediata era "hasta que encuentre algo mejor", pero la verdad es que para encontrar algo, primero uno tiene que buscar, y yo no lo estaba haciendo, entonces "¿hasta cuando pienso estar aquí?" salieron varias respuestas; "hasta que termine la carrera", "hasta que me corran"; pero de alguna forma esas respuestas carecían de congruencia, por un lado, el número de materias que me faltaban para terminar la carrera era tan pequeño que podía suceder en cualquier momento, pero llevaba ya dos años atorado con la misma materia, y fallar en ella implicaba quedarme un semestre más; por el otro lado, mi desempeño en el trabajo era efectivo, quizás no era indispensable, pero si desahogaba una parte importante de trabajo para el resto del equipo.

Así pues me puse a meditar, a pensar y reflexionar sobre el asunto y llegué a la conclusión:  me faltaba un motivo, una razón para verme allí en un futuro y pensar en dedicarme a ello de manera más seria. Para la mayoría de mis compañeras, el motivo era simple: la pasión. Dichosa es la gente que encuentra su pasión en su trabajo, pero en una persona como yo, la pasión es un sentimiento desconocido, al menos bajo la definición de la palabra que se refiere a la devoción casi ciega que se tiene hacia un objeto, una persona o un ideal.

A pesar de carecer de pasión, siempre he sido entregado y comprometido, entonces decidí comprometerme con el proyecto en el que estaba trabajando, a colaborar con todo mi interés, al menos hasta que concluyera el objetivo de este año, y de alguna forma con eso logré sentirme un poco más integrado al trabajo.

"Pues si, mientras tu estés aquí se puede hacer, pero que pasará cuando te vayas..."

Esa frase volvió a retumbar en mi cabeza al volverla a escuchar un par de meses después, una vez más me encontré, y a pesar de sentirme comprometido, no pude evitar pensar en ello cuando comencé a ver la fecha de termino cada vez más cerca...

La reflexión en esa ocasión me hizo darme cuenta de algo, me estaba dejando llevar por la corriente, que me llevaba por un camino mas o menos estable, pero que no parecía ser lo que yo quería, y decidí tomar riendas en el asunto, siendo mi primera acción el aprovechar el trabajo para desarrollar el tema de investigación en el que se basaría mi tesis para la titulación una vez que acabara la carrera, lo cual implicaba verme ya en el futuro con todos los huecos en esa parte de mi vida llenos.

Hace un par de semanas, me enteré que me la carga de trabajo aumentaría con la partida de una persona involucrada directamente en mi área de trabajo, aunque no fue un argumento mencionado, para mi fue una consecuencia evidente, y me hizo pensar nuevamente en lo que sería de mi dentro de ese aspecto de mi vida...

Y entonces comenzó esta semana...

El lunes comenzó como un día con mucho trabajo, había reunión de equipo para evaluar el avance de los proyectos y planes en operación, y se tocó el tema de lo que significaba el trabajo en equipo. Sí, pude ver que me sentía parte del equipo, pero la noticia reciente de la próxima partida me mantenía algo reservado ante la emoción de un buen equipo de trabajo. Curiosamente esa misma mañana me enteré de una oferta de empleo en un banco, la oferta era bastante atractiva en todos los aspectos casi de manera instintiva envié mi solicitud. Quince minutos después estaba recibiendo una llamada. Quizás haya sido la presión de la reunión, o el hecho de que no esperaba una respuesta tan pronta, la llamada salió tan mal que no conseguí una cita para entrevista.

Pero no me importó.

Regresé a la reunión y seguí colaborando.

Esa misma noche, mientras esperaba a que comenzara mi clase, de casualidad me tocó escuchar la conversación de dos compañeros de la escuela, uno de ellos platicaba sobre lo que hacía en el trabajo, trabajo en el área al que el 90% de  la carrera aspira, y mientras platicaban de lo mucho que aplicaban ciertos métodos y de cómo había varios compañeros de la carrera en ese mismo lugar, me di cuenta que, a pesar de ser algo a lo que aspiraba, no me emocionaba la idea de trabajar en un lugar así, de pronto me podía visualizar trabajando para una empresa haciendo lo que los demás, y entonces tuve la revelación que esperaba:

Siempre me he jactado de ser distinto de los demás...

Así de simple, así de poderosa se volvió mi razón, no necesito ser apasionado, después de todo, aun desconozco que es lo que realmente me apasiona en esta vida, pero sé de algo que siempre me ha importado mucho, y es el no seguir el mismo camino que los demás, el buscar siempre la ruta alternativa, la tangente, algo que, por más simple que pueda resultar, me diferencie un poco del resto, así no más, encontré mi motivo...

Al día siguiente me enteré que fui propuesto como la mejor alternativa para cubrir el hueco que quedaría con la partida, pero esta vez pude responder con seguridad, que si la oportunidad se me presentara, tendría al menos un buen motivo para convencerme de seguir, no sería por dejarme llevar por la corriente, no sería porque me apasiona el tema, no sería por no encontrar algo mejor, sería porque puedo hacerlo, y porque me da la oportunidad de ser distinto del resto, como siempre me ha gustado ser, y aquellos que me conocen, lo saben...

Mi año de vacas flacas

  El 2023 comenzó con una noticia que se venía vaticinando desde meses antes, cuando la Delfina Gómez dejó la Secretaría de Educación Públic...