miércoles, 13 de diciembre de 2023

Mi año de vacas flacas

 

El 2023 comenzó con una noticia que se venía vaticinando desde meses antes, cuando la Delfina Gómez dejó la Secretaría de Educación Pública para irse de candidata del Estado de México. A ese cambio le siguió una cascada de cambios directivos en la SEP que eventualmente me pego a mí, así que el 2023 lo comencé sin empleo.

Los primeros 3 meses no fueron tan difíciles, habiendo previsto la salida, dejé una parte de mi aguinaldo guardado para aguantar unos meses, y me consiguieron una chambita de profesor en la Escuela Nacional de Trabajo Social, impartiendo estadística a jóvenes de segundo semestre en la licenciatura, cuyo interés por las matemáticas es nulo.

Claro, la paga ahí es meramente simbólica, además de que demoró 4 meses en caer el primer pago, así que en realidad estaba trabajando de a gratis, pero también es cierto que ese trabajo me permitió mantenerme alejado de la depresión y la ansiedad causada por un largo periodo de vacaciones involuntarias.

Mi verdadero consuelo era saber que mi pena no era única, el mundo entero sigue pasando por una crisis laboral, donde las empresas no quieren gente calificada porque tienen que pagarles más, prefieren personas con poca preparación para castigar el salario, prometiendo aprendizaje y experiencia para fingir que ofrecen un ambiente laboral óptimo. Puras mentiras, vaya.

Habré mandado mi CV a unas 200 vacantes en diferentes portales: LinkedIn, Indeed, OCC, y otras más, porque la búsqueda laboral ahora es por medio de algoritmos que descartan en automático a quienes no cumplen con los requisitos adecuados en el CV, no para el puesto, sino para engañar a la inteligencia artificial que ahora permea tanto en todas las aplicaciones que “conectan” a las personas.

Pasaron seis meses. Nada.

Soy de los afortunados que tiene familia que le puede apoyar económicamente, pero eso sólo aporta a la culpa y el sentimiento de fracaso, sólo las evaluaciones positivas de mi alumnado me mantuvieron con la cordura necesaria para no claudicar.

Finalmente, hacia mediados de agosto entro una llamada para solicitar una entrevista. Si mandé solicitud a esa vacante, no lo recuerdo, pero pasé a la segunda entrevista, y luego a la tercera que fue en inglés, y de pronto, ya, ingresé a trabajar en la que aparentemente es una de las empresas más exitosas en el mundo de los servicios digitales de México, como soporte técnico para una de las empresas de aviación más grandes en EE. UU.

Además, trabajo remoto, desde casa, con prestaciones que jamás en la vida había tenido, ni siquiera en mi último trabajo como director de área en la SEP. Sí, el sueldo quizás no es tan alto como hubiera deseado, pero las ventajas laborales compensan bastante bien, porque incluso me ha dado la oportunidad de estar más disponible para atender a mi hijo cuando la necesidad lo amerita.

La segunda mitad del año cierra mucho mejor de lo esperado, no sólo conseguí trabajo nuevo con un buen equipo de trabajo y un montón de prestaciones, me dejaron seguir dando clases, lo cual ayuda a reducir la culpa de trabajar para una de los tipos de empresas que más daño causan al medio ambiente.

También me casé, luego de casi 6 años de vivir juntos, y a pesar de las adversidades de vivir con una persona diagnosticada con TLP, en un contexto de relación no-monógama. Pero bueno, algo bueno deberá salir de todo esto ahora que ella goza del éxito, aun no económico, de tener una novela publicada por una editorial de renombre y distribuida por todo el mundo.

Sí, la vida pinta bien, este año será el primero que Luca pasará la navidad conmigo y los Sauri, el año pasado ya había convivido el año nuevo con la familia extendida de mi mamá, los García, entonces todo augura que el año cierra con creces y grandes expectativas. Vaya, hasta bajé 10 kilos.

Y, sin embargo, hay cierto sentimiento de insatisfacción…

Sé lo que piensan, yo también lo he pensado, es el doctorado inacabado. Mi tesis no la he tocado, en dos ocasiones la he usado de referencia para mis clases y han sido las oportunidades para sentarme a leer y avanzar, pero no, simplemente no tengo ganas, y no me genera ningún tipo de ansiedad o malestar saber que está ahí, inacabada. La verdad es que nunca creí entrar al doctorado y mucho menos terminarlo, y sé que, al menos de momento, no me aporta nada real a mi CV, sólo un motivo más para no conseguir chamba por estar sobrecalificado. Y la verdad es que tampoco es de mi interés perseguir una carrera académica, que es para lo único que realmente me serviría tener el título de Doctorado.

No, no. Mi insatisfacción es con la vida misma.

De pronto me di cuenta de que, esto todo.

No hay más.

Ya viajé por el mundo, visité lugares que quería visitar, ya tuve un hijo, ya estudié un doctorado, ya me casé, ya hice todo lo que uno “tiene” que hacer en esta vida. ¿Qué sigue?

Nada. 

Esperar el fin...

Sí, toca ver a mi hijo crecer, enseñarle a no ser ojete con los demás, o por lo menos hacerle entender que cada acción tiene una consecuencia. Pero él no es una extensión de mí, y al final, lo que le pueda enseñar yo, lo puede desaprender en cualquier momento si el contexto social adecuado se presenta. Digo, es limitada la influencia que puedo tener en él, en especial porque no vive conmigo. Mi trabajo de padre es de acompañamiento en la crianza, haré lo que pueda hacer, pero no me hago ilusiones en que tendrá los mismos gustos que yo, así que descarto la posibilidad de siquiera ser su amigo.

Claramente no tendrá las mismas oportunidades.

El mundo está en declive, no sólo por el calentamiento global, sino por la clara crisis que se avecina por la carencia de agua, de espacios de vivienda, y la evidente ruptura social que las redes sociales en internet están generando, al punto de que grupos ultraconservadores de derecha están nuevamente tomando el poder y eso sólo puede significar represión y muerte.

Muerte, lo único que ma falta por vivir...

Pero, afortunada o infortunadamente, me quedan de 30 a 40 años de vida con la certeza de que, ni mi empleo, ni pensión para la vejez, ni mi vivienda, ni siquiera el contexto social, tendrán la estabilidad que vivieron mis abuelos o mis padrres. Basta con ver las crisis en otros países como la de Palestina o Argentina, para darse cuenta de que el mundo está a nada de caer en un caos total a nivel mundial.

El mundo cambia y no cambia al mismo tiempo, la tecnología genera nuevas fuentes de trabajo, al mismo tiempo que elimina otras. Los salarios incrementan, a la par que el costo de vida, y esa es la verdadera parte de insatisfacción, saber que, no importa que haga, seguiré anclado a esta dinámica de trabajar para vivir.

Vivir para trabajar.

Porque esa es la idea que nos ha vendido el capitalismo, que vivir es consumir, que para consumir hay que endeudarse, y para pagar las deudas, hay que trabajar, todo lo que me queda de vida... 

El trabajo no tiene un objetivo más allá del pagar deudas. Si tenemos suerte, nos tocará un trabajo donde tengamos que aprender constantemente, pero aprender también es cansado, mantenerse a la vanguardia del conocimiento o simplemente actualizarse para poder mantener un empleo, es insostenible, pero es lo que hay…

Pero claro, eso sólo lo puedo razonar, porque al final vivo en el privilegio de "no ser pobre", de no tener que pensar que voy a comer al día siguiente, incluso con los 7 meses de desempleo, nunca fue una preocupación real, porque al final cuento con una red de apoyo que me permitió mantener cierto nivel de estilo de vida con ciertas incomodidades más que sacrificios, tengo una vivienda propia por la que no tengo que pagar renta, y el tiempo que estuve desempleado lo aproveché para aprender y actualizarme en las tecnologías que finalmente fue lo que me permitió entrar a mi trabajo actual.

Y eso también está jodido, porque es como si no tuviera derecho a quejarme de la vida que me tocó…

Así cierra mi año, con una prospectiva de vida positiva, pero con una perspectiva bastante pesimista.

Felices fiestas.

viernes, 30 de diciembre de 2022

2022: Mi año trabajando en la SEP

Pocos se enteraron, pero en 2022 ingresé a la Dirección General del Bachillerato en la Subsecretarpua de Edcación Media Superior de la SEP.

Originalmente, me habían comentado que sería una subdirección, pero después de la entrvista, me enteré que en realidad me estaban ofreciendo una dirección de área, ¿y cómo decir que no?

¿Y de qué era el trabajo? Coordinando los sistemas y servicios informáticos de la DGB. Resulta que una excompañera de mi época en la Red por los Derechos de a Infancia ya me había buscado antes para ofrecerme el mismo puesto, pero yo llevaba apenas un año en el doctorado, pero cuando la oportunidad se volvió a presentar, ya estaba por terminar (al menos las clases, la tesis es otra cosa), y ya había pensado en mi, porque en aquel entonces yo, además de realizar toda la estadística de los indicadores, arreglaba, actualizaba y básicamente le daba soporte técnico a los equipos de cómputo, porque ya había trabajado de eso en mi años de no-estudio después de la prepa.

Así pues, comencé coordinando un equipo de 10 personas, 5 en soporte técnico y 5 en gestión de sistemas, y sí, resultó ser un trabajo que me quedó como anillo al dedo, porque entre mi experiencia de 2 años en Terabyte y los otros 3 en la REDIM, no sólo hizo que me acoplara rápido a las actividades del área, sino que me permitían cubrir las actividades de cada miembro de mi equipo cuando fuera necesario. 

Claro, no todo fue miel sobre hojuelas, como todo, tuve que enfrentarme a una curva de aprendizaje más enfocada a los procedimientos administrativos de una dirección que a otra cosa, pero una vez que logré dominar lo demás, el trabajo comenzo a fluir de manera natural, de pronto, mi equipo paso de 10 personas a 15, y para el final del año ya eran 18. Se lograron sacar la mayoría de los pendientes que venían rezagados de años atrás, y ya estaba comenzando a armar mi propuesta para el 2023.

Pero entonces cambió la subsecretaría, y con ello, cayó una cascada de cambios en las distintas áreas de la SEMS, que eventualmente afectó a la DGB, y a mi puesto. Así, el 31 de diciembre 2022 se convirtió en mi úlitmo día de trabajo en la SEP.

Y ese es mi resumen del año, uno que disfruté mucho, porque aprendí mucho, no sólo en la actualización de sistemas informáticos de los últimos 10 años, sino en mis capacidades como director, líder, o cómo quieran llamarle a alguien que coordina un grupo de personas para completar proyectos, y aparentemente, mi equipo estaba muy a gusto conmigo, quien sabe si habrá sido porque les daba chance de faltar cuando lo necesitaran, o porque mi concincia social reconoce la desigualdad que se vive en el entorno laboral, entonces muchas deciciones sobre mi equipo simepre consideraban esa realidad, de forma que para mi, el lograr las metas es más imporante que estar en una oficina 8 horas diarias calentando el asiento.

Quien sabe...

Lo cierto es que recibí reconocimiento de todos lados, de las otras áreas, de mi jefa y de mi equipo, y es algo muy bonito que se quedará conmigo siempre, y solo espero tener otra oportunidad de dirigir un equipo de trabajo, sólo para verificar que sí soy un buen jefe y no fue no más una cuestión de suerte con un buen equipo que sólo necesitaba que les dirigieran un poco las actividades.

Así que, aunque comienzo el 2023 desempleado, lo comienzo contento.

Feliz año a todas y todos.


sábado, 20 de agosto de 2022

5 años


 Querida mamá:

Hoy cumplirías 59 años. Trato de imaginarme la vida contigo aquí, pero mi racionalidad y mi visión del la vida me imposibilita ver una vida donde tú sigues viva y yo tengo todo lo que tengo en este momento: una pareja, un hijo y un trabajo decentemente remunerado.

Me encuentro en un pináculo de mi vida, jamás imaginé tener todo lo que tengo ahora, y no sé si eso pueda mejorar, pero ciertamente el panorama en este momento no es ni tan incierto ni tan sombrío, al menos no el inmediato, al menos no para mi y las personas que me importan.

Pero todo esto sólo ocurrió, porque tu partida fue el catalizador desentonante de todo, desde mi búsqueda de consuelo en calor del cuerpo de la que ahora es la mamá de mi hijo, hasta el reencuentro pasional con la mujer que ahora es mi pareja. Nada de eso hubiera ocurrido si tu no hubieras muerto.

Así pues, no puedo ver un presente donde estés tu y todo lo demás, porque de seguir viva, habría que considerar, por lo menos dos escenarios: uno donde nunca enfermaste y otro donde uno donde te recuperas, ya sea que te recuperas por completo o que vives los 5 años mínimos necesarios para decir que eres una superviviente, aunque probablemente requirirías de cuidados constantes que lo único que logran es prolongar lo inevitable.

En el primer caso, probablemente no habría renunciado a mi trabajo, eso habría implicado que con Frida nunca convivo, sólo habría conocido la parte fría de mi que trabaja todo el día y regresaba a casa a jugar videojuegos o ver series, y después de irse, problablemente me habría olvidado. Pero tu enfermedad fue la que me llevó a renunciar y Frida me conoció durante la temporada que me tocaba quedarme a cuidar tus noches, al menos dos veces por semana, así que ella conoció la parte de mi "amorosa", que se preocupa por sus seres queridos. Eso fue lo que la llevó a preocuparse por mi, luego de que temblara, desbloqueándome de sus redes sociales sólo para darse cuenta de que ya habías fallecido, lo que la llevó a buscarme en un intento de darme consuelo.

De estar tu aquí, sólo se habría avivado su enojo, porque to ni siquiera estaba en la ciudad cuando tembló, ¿recuerdas?, estaba en un congreso, en Cancún. Probablemente no lo recuerdes, ya no estabas en ese entonces en este mundo...

Y no sé si Luca existiría, aunque yo salía con su mamá ocasionalmente, nunca me planteé nada serio, y sólo cuando enfermaste te platique de ella, recuerdo tu cara de desaprobación cuando te comenté que estaba dispuesto a asumir el riesgo de un embarazo, pero al final respetaste mi postura, quizás por eso no dejé de hacerlo. Pero si no hubieras enfermado, quizás no te habría contado, y quien sabe si esa falta de comunicación contigo habría tenido algún impacto en mi dinámica con ella.

En el segundo caso, en el que te recuperas, definitivamente no existiría Luca, porque durante el tiempo que estuviste hospitalizada o que necesitaste de que alguien acompañara tus noches, esa mi pretexto para evitar a su madre. Recuerdo que en algún momento hice referencia a la carga emocional que me implicaba tu enfermedad para justificar por qué no estaba dispuesto a asumir otra con una relación formal.

En ese escenario, quien sabe si Frida estaría en el panorama, porque me habría buscado, pero dependiendo de la necesidad de cuidados que requirieras, habría o no ido a Cancún, cuando te tembló, y quizás si habría existido este reencuentro pasional que fue el que nos llevó a esta vida con ya 5 años de relación. Lo que sí es seguro es que, contigo en vida, no me habría ido a estudiar 3 meses a Alemania, y quizá eso habría tenido un impacto distinto en mi relación con Frida, muy probablemente, yo no habría sido tan tolerante a sus frustraciones conmigo, porque no habría vivido la resiliencia de tu partida, y quizás con ello, la relación no habría durado más allá de un par de meses.

Así que, no puedo verte aquí, en esta linea temporal, con todo lo que tengo en este momento, no tendrías un nieto que te llamara abuela (aunque el actual tampoco lo haría, porque a estas alturas siguen sin querer hablar), probablemente tampoco tendrías una cuasi-nuera, porque sin tu muerte, yo seguiría sin la necesidad de sentirme acompañado, o quien sabe.

Por eso, hoy en tu 59o aniversario tu nacimiento, y a nueve días del 5o desde tu muerte, te escribo esta carta, para recordarte y compartir con el mundo el amor que aún te tengo.

Feliz cumpleaños mamá.


martes, 17 de agosto de 2021

El problema con el regreso a clases


 El otro día me preguntaron cuál era mi postura en cuanto al retorno a clases presenciales a nivel de educación básica (porque aparentemente ahora soy un experto en temas de infancia) y resultó que mi respuesta fue, como era de esperarse de una persona que ha estudiado un doctorado, ambigua...

La realidad es que no puedo tomar una postura estricta, todo depende desde qué perspectiva se posicione uno. Desde la perspectiva de las niñas y niños, es evidente que el regreso a clases presenciales es necesario, no sólo por el rezago que ya traen la mayoría por un año perdido de "clases a distancia", y aunque el riesgo de enfermarse esté presente, la realidad es que para la mayoría de las personas, ese riesgo siempre ha estado presente, así que no hay mucha diferencia en cuanto a la exposición si van o no a la escuela, en teoría, tomando las "medidas de precaución necesarias", las clases pudieron nunca haberse interrumpido, pero la gente en el gobierno sabe que tanto sus funcionarios como su población, es negligente, y siempre romperán protocolo a la primera oportunidad, y no me creen, pregunten a su familiar, amigo o conocido que trabaje en alguna institución pública que no haya dejado de trabajar durante la pandemia, y verán que siempre que sale gente contagiada, es por alguna reunión donde no se tomaron o se ignoraron las "medidas necesarias".

 Desde la perspectiva de las familias de niñas y niños, depende mucho del nivel socioeconómico, porque quienes tienen recursos, han podido dar el acompañamiento suficiente durante la pandemia para que las infancias aprendan algo en la modalidad a distancia, ya sea porque a los padres también les tocó trabajar a distancia y entonces pudieron acompañar a los hijos en la casa, o bien porque pueden pagar tutores o el número de dispositivos que se conecten a internet suficientes para que cada miembro de la familia pueda conectarse y hacer las cosas a su tiempo. En contraste, quienes no tienen recursos, de plano dejaron a los hijos a sus expensas para salir a trabajar (porque son las familias más pobres las que no dejaron de salir de casa para trabajar), y mientras que unos trataron de dar seguimiento a las tareas y todo lo que tenían que entregar a los maestros, otros de plano lo botaron todo.

Finalmente, están los maestros y el resto de la población sin hijos en edad escolar. En ambos casos, el regreso a clases presenciales no es conveniente. Para los maestros, el regreso a clases significa volver a incrementar la carga de trabajo que ya estaba incrementada en la pandemia, porque ahora no sólo es preparar la clase para quienes decidan llevar a sus hijos a la escuela, sino también para quienes decidan seguir con la modalidad a distancia, y en medio de todo, armar un plan de trabajo para poner al corriente a los rezagados y no fastidiar, aburrir o desanimar a quienes sí pudieron adaptarse al aprendizaje a la distancia. Eso sin contar que, con todo y que ya están vacunados los maestros, van a estar expuestos a un contagio constante, porque si bien es cierto que las niñas y niños son el grupo a los que el COVID les pega menos fuerte, se contagian, quizás sean asintomáticos pero eso no les quita la capacidad de contagiar a otros.

Y de la perspectiva de la población sin hijos en edad escolar, es mejor no hablar, también tienen posturas muy dividas dependiendo del nivel de "wokeness" (o conciencia social si lo traducimos del ingles) o de la postura política que tengan, pero la verdad es que son los que menos importa su opinión. No obstante el debate aquí gira alrededor de los derechos de la infancia y de que derecho tiene más prioridad sobre el otro (spoiler alert: ningún derecho tiene mayor prioridad sobre el otro).

¿Cuál es la solución entonces?

La solución es cambiar el sistema educativo. El confinamiento por la pandemia debió haber sido la oportunidad para reestructurar el modelo de educación escolarizada, que dejara de ser una guardería un proceso de educación lineal donde las niñas y niños se enfocan más en memorizar que en entender, y se convirtiera en un espacio de aprendizaje paulatino donde no se buscara establecer metas de aprendizaje específicos para ciertas edades, sino procesos de aprendizaje que se enfocaran en enseñar a los niños a aprender a su ritmo y a entender los procesos de aprendizaje de los demás. De esta forma, las infancias no avanzan en grados, sino se incorporan a grupos de acuerdo a su capacidad de aprendizaje e intereses. Claro, las bases fundamentales como aprender a leer, escribir, sumar y multiplicar aún son importantes, pero esas se pueden implementar bajo cualquier modelo de aprendizaje, porque hay niñas y niños que aprenden a leer en casa, incluso antes de iniciar su educación formal.

Reestructurar el modelo educativo a uno más enfocado a los procesos y no a las metas de aprendizaje, permitiría que aquellos que se incorporan luego de un año de no atender clases, tengan la oportunidad de readaptarse a la dinámica de aprendizaje social, mientras que aquellos que pudieron adaptarse a la dinámica de educación a distancia regresan a reforzar sus conocimientos adquiridos o a pasar a la fase.

Pero esto último representa un cambio no sólo del modelo educativo, sino de estructura social, cultural y probablemente también política, porque nos hemos acostumbrado de que una niña o niño debe saber leer o escribir antes de cierta edad, y que para otra ya debe saber sumar y multiplicar, al menos de memoria, aunque no entienda el proceso o lo que acaba de leer. A todo eso agreguémosle que el sistema educativo está limitado por un sindicato de maestros que pone muchos obstáculos cuando las modificaciones del modelo educativo implican que los maestros tengan que capacitarse y aprender nuevas estrategias de enseñanza y pedagogía, pero ese es un debate para otra ocasión.

Mientras, para quienes decidan regresar a sus hijos a la escuela, no queda mas que persignarse o rezarle a su deidad de cabecera para que quienes se enfermen, no requieran de hospitalización para su recuperación, y a los que no, también, porque es un hecho que con el regreso a clases, el virus va a seguir expandiéndose.

lunes, 8 de febrero de 2021

Retomando una vieja costumbre

 No recuerdo cuándo fue la última vez que escribí y ahora, mi sitio personal quedó desactivado, ya no lo quise/pude renovar, sale caro mantener un sitio web si uno no lo usa.

Así pues, estoy de vuelta aquí, en el viejo blogger que no uso desde el 2011, o 2012 en realidad, porque tenia por ahí una entrada no publicada.

Hoy escribo, no sé, para variar un poco la monotonía de la pandemia, tal vez...

Algunas personas dicen que esta pandemia ha sido como si el tiempo se detuviera, y hablan de regresar a la normalidad, como dando a entender que la normalidad es tener una rutina diaria de lunes a viernes, a veces hasta el sábado, con un horario "específico" para trabajar y el resto para lo que se pueda. Algunos van de juerga, otros hacen deporte, se ven con amigos para platicar, otros estudia, leen libros, hacen marat{on de películas o series, juegan videojuegos, y unos pocos paran "tiempo de calidad" con la familia. Esa es la normalidad a la que entiendo se refieren.

Ahora, la normalidad depende de una combinación entre escala social, tipo de empleo y capacidad de adaptación al cambio de cada individuo. Para muchos, la mayoría aquí en México, la nueva normalidad solo resultó en perder la capacidad de salir con amigos, a fiestas, restaurantes y cualquier otro medio de entretenimiento, porque siguen yendo a trabajar a una oficina, bodega, puesto o lo que sea, porque el trabajo a distancia no es opción en lo que hacen.

Para quienes tienen hijos, el regreso a la normalidad será cuando los chilpayates puedan ser dejados en las guarderías de tiempo completo también conocidas como escuelas, para este grupo de personas en particular, el efecto de la pandemia ha sido el más grave, porque involucra a niñas y niños que han perdido toda capacidad de convivir con sus pares y ahora se ven obligados a pasar todo el tiempo con los adultos que suelen verles como una carga. Claro, #notodos,  pero sí una mayoría considerable.

Luego están los privilegiados, yo entre ellos, quienes tuvimos la fortuna de estar en una actividad que se puede ejercer de manera remota desde la comodidad del hogar. Para este grupo en particular, no hay forma de regresar a la normalidad, no después de vivir un año con un poco más de control sobre el tiempo (con excepción de los jefes a los que les da reunionitis para cualquier cosa), pero en general, la dinámica cotidiana es más o menos la misma: despertar unos minutos antes de la hora de entrada al trabajo (para quienes tiene horario estricto) prender la computadora y esperar el paquete de correos que atender. En lo que eso sucede, se prepara el desayuno, se ven las noticias (o el nuevo capítulo de la serie), y si da tiempo, se baña.

Salvo que haya una reunión virtual importante, el baño puede esperar, a veces hasta después del medio dia, ya sea en la hora de la comida o en alguna otra pausa del día que depende de esperar la respuesta de un correo. El trabajo de oficina siempre ha sido así, esperar y esperar, pero ahora, en casa, hay muchas cosas que hacer en esas esperas. Con los celulares y las redes sociales, el esperar en la oficina comenzó a ser menos tedioso, pero en casa, la espera siempre es corta, por eso uno termina su día hasta 4 horas después de la hora de salida, porque en realidad no hay hora de salida. Antes tampoco la había, pero al menos ahora uno está en su casa.

Al terminar el día, algunos quizás hagan ejercicio, pero la mayoría seguirá conectado en otras cosas que hacer en la Internet, porque esa ya era nuestra dinámica de normalidad antes de la pandemia. 

Pero después de casi un año, esa dinámica comienza a resultar muy repetitiva, tanto que uno ya no distingue un día entre semana con el fin de semana, porque a veces, en esa espera, se termina trabajando sábados y domingos (eso y porque los jefes creen que uno esta disponible las 24 hrs. del día cuando trabaja desde casa), entonces, la línea entre el tiempo de descanso y de trabajo, comienza a desvanecerse al punto de que uno siente que no hace otra cosa más que trabajar todo el día.

Así pues, todo el tiempo está cansado, todo el tiempo está de mal humor y todo el tiempo lo único que uno quiere hacer es tirar en el sillón y ver tele. Pero este grupo de "privilegiados" somos el más pequeño de la pandemia, al menos en México, porque el resto de la gente, o tiene el dinero para pagar el costo extra de viajar y salir a distintas actividades de entretenimiento conservando las "medidas de sanidad necesarias" (el costo incluye el pago de hospitalización por Covid), o simplemente tiene que salir de casa para conseguir el alimento del día, si no, se muere el o su familia.

Así pues, la normalidad de ahora no es única, nunca lo ha sido, pero así parecía, ahora lo normal pareciera ser escuchar de algún amigo o familiar que alguien se murió por Covid. La muerte también es normal, pero ahora nos hemos visto obligados a tenerla más presente, pero la realidad poco a cambiado para la mayoría, para los que tienen dinero, la muerte puede ser prevenida, aún en casos de pandemia, aunque implique un deterioro sustancial en la vida, siempre es posible seguir viendo, y para quienes no tienen dinero, la muerte siempre ha estado presente, solo para algunos, pareciera una sorpresa escuchar que de pronto tanta gente se muere a nuestro alrededor.

Pero bueno, eso eso sólo es una opinión personal. desde un punto de vista privilegiado, de alguien que lo que más ha sufrido en esta pandemia, ha sido la muerte de una mascota que ya tenía más de 16 años...

lunes, 16 de enero de 2012

Cuando los hombres sufrimos el machismo

Sé que el título campará el interés de más de uno y a los que lean les hará ruido esta entrada, algunos criticarán y otros quizás me darán la razón...

jueves, 15 de diciembre de 2011

Mi vida en 3000 tweets...

Ni si quiera yo lo pienso leer todo, pero así ha sido un año de mi vida a través del twitter, bueno, poco más de un año... Sólo lo dejaré aquí para la posteridad, y si alguien los lee todos, mis respetos...

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Recuento del mes más intenso de este año

Antes de que se me termine el mes, quería escribir algo, pero la experiencia me dice que cuando termine de escribir ya será mañana...

domingo, 23 de octubre de 2011

A cerca del miedo...

No, esta entrada no tiene nada que ver con el día de muertos ni halloween, es mera coincidencia que escriba en fechas cercanas a esos festejos.

Mi año de vacas flacas

  El 2023 comenzó con una noticia que se venía vaticinando desde meses antes, cuando la Delfina Gómez dejó la Secretaría de Educación Públic...